lunes, 6 de febrero de 2012

Un entrenamiento soñado (Crónica de mi MMP en la Media Maratón 'Bahía de Mazarrón')

Cuando a una persona tan metódica no le salen las cosas que tenía planificadas desde que se levanta de la cama, se agobia. Y se agobia mucho.
Sin embargo, parece que lo incorrecto o lo inesperado tampoco es un obstáculo para conseguir un determinado objetivo.
Para empezar, me levanté casi una hora después de lo que tenía pensado. Primer contratiempo. Aún así, como soy tan previsor, no hay problema porque aun me queda mucho tiempo por delante, para desayunar tranquilamente y prepararlo todo, aunque con algo más de prisa.
Segundo error: el exceso de confianza y la falta de presión provocan que no me planifique bien la ruta para llegar a Mazarrón y me pierdo. Pero me pierdo mucho. Tanto es así que hice el doble de kilómetros.
Al principio no me preocupo demasiado, pero cuando decido reaccionar y dar la vuelta es bastante tarde. Tan tarde que cuando salgo del coche son las 10:25. Horror. No tengo tiempo para nada, por supuesto ni para calentar.
Menos mal que con el frío que hacía, decidí ponerme la ropa para correr debajo del chándal. Sólo tuve que quitármelo y ponerme las zapatillas. Cojo el porta-dorsal, pongo el gel y a correr a por el dorsal. A mitad de camino algo falla. ¡¡El Garmin!! Vuelta al coche de nuevo. Ya está todo. Recoge mi dorsal, meadita rápida y a la línea de salida. Avisan de que quedan tres minutos para empezar. Perfecto. El tiempo justo para hacer los cuatro movimientos de contoneo que tanta gracia le hacen a Mari Carmen y a mi hermano. Pero que para mí son imprescindibles. Jejeje.
El planteamiento, en un principio, era algo arriesgado. Tenía previsto imitar la Media Maratón que hizo Oscar, el Triatleta Caletero en Córdoba. Sería hacer una carrera con ritmo progresivo. El primer bloque, de 5 kilómetros, a 4'30" y seguir cada 5 kilómetros aumentando el ritmo hasta acabar a 4'00". Imposible de clavar. El terreno, bastante llano, me hace ir un poco más rápido de lo previsto. Por tanto, decido mantener un ritmo tranquilo, entre 4'25" y 4'15" y, por supuesto, disfrutando de la carrera, el paisaje y las maravillosas vistas de las playas de Mazarrón (destino seguro para hacer mis entrenamientos en aguas abiertas).
Veo que hay gente que me adelanta, pero no me preocupo, porque estoy convencido de que serán cadáveres para mí en los kilómetros finales.
Sigo a buen ritmo y, llegado al punto intermedio de la prueba, me tomo el gel junto con un botellín de agua.
Me siento tan a gusto corriendo que me evado y voy pensando en esta crónica que estoy escribiendo y en cual sería el titular de esta proeza que iba a conseguir. No me confío demasiado, ni quiero pecar de falsa modestia, pero sabía que esta vez lo iba a conseguir. Las sensaciones eran muy buenas, al correr sin presión.
Veo el cartel de 1 hora 30 minutos a escasos metros por delante de mí, pero sé que lo voy a adelantar en cuanto siga la progresión.
En el kilómetro 14 lo adelanto y me uno a un grupo muy bueno, que competirá junto a nosotros en la Maratón de Sevilla. Charlamos un rato, pero sólo lo que nos permite la respiración entrecortada, ya que el ritmo va aumentando. He puesto un ritmo medio de 4'10" y ya no voy a bajar de ahí.
Sin embargo, sucede el último contratiempo. El ciclista, que porta el fatídico cartel que indica que estás en 1 hora y 30 minutos en meta, me adelanta. Maldición. ¿Pero esto como es? Los que somos adelantados nos miramos contrariados y molestos. Nos reprocha que, desde la organización, le han dicho que va atrasado y que tiene que adelantar unos metros. No puede ser.
Poco a poco se me va y aún me quedan 3 kilómetros para llegar. De nuevo me persiguen los fantasmas de otras medias maratones y pienso que no lo voy a conseguir. Cada vez lo veo más lejos. Miro el Garmin y veo que aun lo tengo cerca. No está perdido.
Callejeamos por las calles del pueblo y vemos a los que van afrontando la recta de meta. A mí aun me quedaría un kilómetro para llegar a ese punto. Me pasa un corredor muy rápido, mi ritmo ya no es el que llevaba con anterioridad. Intento apretar, pero ni las piernas ni la cabeza me responden. No lo voy a conseguir, estoy seguro. Me pasa otro, intento seguirlo pero no puedo.
Ya sólo me quedan 300 metros y veo el arco de meta. Pienso: no pasa nada, esto era un entrenamiento para la prueba importante de verdad, la Maratón de Sevilla. He venido a hacer una tirada larga más y ya está.
Pero veo de nuevo el cronómetro y, estoy tan cerca de la meta que creo que lo voy a conseguir. Aprieto los dientes, me exprimo al máximo y observo 1:29:44...45...46... y así, hasta que consigo cruzarlo: 1:29:51. Lo acababa de conseguir. No me lo creía. ¿En serio?, ¿pero si el cartel de 1 hora 30' iba muy por delante?
Pues, finalmente, hice mi mejor marca personal, y lo que para mí es más importante, conseguí derribar la psicológica e inexpugnable barrera dichosa de 1 hora 30' que tanto me amedrentaba.
Lo que se presentaba como un día desastroso desde que empezó, acabó siendo un día inolvidable para mí.
De cara a la moral para mis objetivos principales (la Maratón de Sevilla y el Ican de Marbella) fue el entrenamiento soñado.
Para rematar un momento tan glorioso, nos esperan en meta con un suculento manjar de frutas, zumos de naranja exprimidas allí mismo y una bolsa del corredor (con otra camiseta más) bastante apañadita. En definitiva: el paraíso terrenal para mí.
La organización se portó fenomenal, el circuito es precioso, aunque algo monótono por momentos, cuando se separa de la playa, y el paisaje es inmejorable.
Por tanto, sólo me queda dar las gracias a todas las liebres y personas que han confiado en mí y me han hecho ver que era capaz de conseguirlo y que, sin presión, en cualquier momento llegaría.
Sé que para la mayoría esto no supone nada, pero para mí es extraordinario.
Gracias y... ¡a mejorar la marca en la Maratón de Sevilla!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bravo Fer!! siii claro que siii, ya se estaba resistiendo demasiado!! enhorabuena campeón. un besazo M;)