jueves, 17 de noviembre de 2011

Cuando cuesta arrancar

Hastío, cansancio, hartazgo, dejadez, aburrimiento o, simplemente, desgana. Son los sentimientos que afloran a estas alturas de la temporada y cuando tienes por delante una última semana de entrenamientos, en la que sólo piensas que llegue el gran momento, el Dia D.
Ayer fue uno de esos días. Una mañana bastante entretenida en el trabajo, al estar sólo en mi departamento y tener que sacar la producción adelante sin la ayuda de mi compañera. Al terminar, reunión de trabajadores para saber si desconvocamos la huelga prevista para el día de elecciones, ya que nos encontramos en una situación bastante preocupante, al no pagar el Ente Público el dinero que le adeuda a la empresa de televisión para la que trabajamos.
Por si fuera poco, llego a casa con la idea de que me toca hacer series. Es la última sesión de la preparación para conseguir el ansiado objetivo: bajar de 1 hora 30 minutos en la Media.
Me tumbo en el sofá 20 minutos. Se hacen extremadamente cortos, ni siquiera enciendo la televisión. Para que... tampoco habrá nada interesante.
Me pongo el último single de Maga, que pretendo me ponga las pilas, y empiezo a vestirme.
Ya no hay marcha atrás, tengo que hacerlo, me sigo notando las molestias en la rodilla que tanto me preocuparon al despertarme. ¿Por qué surge un dolor nada más levantarse de la cama? Posiblemente fuera por la paliza de CicloIndoor del día anterior, ¿quién sabe?.
Aún así, me coloco el Garmin y empiezo el calentamiento con unos kilómetros de carrera continua hasta el lugar donde suelo hacer las series. Las pulsaciones, extrañamente, están perfectas, no subo de 150 en ningún momento (el ritmo no era, para nada, muy alto: 4'45"-5'00").
Como siempre, hago algunos ejercicios de técnica de carrera con progresivos y, sin pensarlo demasiado, empiezo a correr el primer 1000.
Mis piernas pesan demasiado y me cuesta entrar en calor. La acabo en un tiempo prudencial de 4'00" y me preparo para la siguiente, sin dejar de trotar.
La cosa va mejorando, me animo y sólo pienso en terminar. No obstante, surge un pequeño contratiempo que me preocupa y sé que me afectará. Observo una densa capa de humo alrededor. Un individuo, por llamarlo de manera educada, no tiene otra cosa mejor que hacer que ponerse a quemar el rastrojo a menos de 20 metros de donde estoy corriendo. ¡Vaya casualidad, hombre!.
Y que más da ya. De perdidos, al río. Sigo corriendo, buscando la forma de poder respirar e intentando tragar el menor humo posible. Las cinco series pasan volando y acabo bastante satisfecho. He vuelto a hacerlas en menos de 4'00" y, para empezar tan cansado mentalmente, me voy contento y tranquilo a casa, sabiendo que este último entreno específico ha terminado como esperaba.
La motivación, las horas y kilómetros que llevo a las espaldas hacen que, en esos días en los que tanto cuesta arrancar, saque fuerzas de no sé dónde y terminar el trabajo propuesto.
Ya sólo quedan 10 días para el gran momento y las ganas ya me pueden, quiero que todo pase cuanto antes y estar en la línea de salida de El Fontanar con las liebres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pase lo que pase ese día. me quito el sombrero porque lo estás llevando fenomenal. solo puedo decirte que sigas así porque sólo de esta manera conseguirás tu tan ansiado objetivo.
visualización y la presión para tu prima la pelá... disfruta y vive cada uno de esos momentos porque luego lo saborearás mejor. saludos

jbaldío dijo...

Bueno eso es como todo en la vida, quien algo quiere algo le cuesta. Pero bueno en tu caso la motivación ha superado el hastío, cansancio, hartazgo, dejadez, aburrimiento y desgana... y estos entrenos desde mi punto de vista son los mejores porque la constancia suele traer premio. No olvides que es tan sólo una media y lo tienes ahí si te lo crees.